NACIMIENTO CANARIO DEDICADO A GRAN CANARIA ORGANIZADO POR LA ASOCIACIÓN DE BELENISTAS CANARIOS SAN JUAN DE DIOS

BELÉN CANARIO DE SAN JUAN DE DIOS.

Frente al belén tradicional ambientado en la Palestina del siglo I, presentamos un montaje, donde el Nacimiento de Cristo, se ubica en la Gran Canaria del siglo XIX, recogiéndose las tradiciones usos y costumbres de esta Isla, así como la vestimenta tradicional de la misma, con sus elementos más genuinos como mantillas, cachorros, monteras, camisuelas, etc.

A la sombra del Nublo, se presentan oficios artesanos que conformaron el quehacer diario del pasado, y que en muchos casos, se han convertido en símbolos del imaginario colectivo de los pueblos de la Isla, por haberse desarrollado de forma más o menos amplia en una zona determinada, generalmente condicionados por el entorno medio-ambiental y por la existencia y dependencia de la materias primas.


Cada municipio está representado por un símbolo, bien obtenido directamente de la naturaleza, o bien manufacturado. Así, el pan para Agüimes es un referente como lo puedan ser las manzanas para Valleseco. Los suspiros y biscochos de Moya, identifican a sus habitantes; al igual que los chorizos son asociados a Teror, o las alfareras de La Atalaya a Santa Brígida, y por extensión representan a los centros alfareros de toda la Isla.


La picareta de las canteras de Arucas, resuenan en su devaste de las piedras, mientras “los naifes” de Gáldar, cortan el florido queso de Guía, y las arenas de las playas de Gran Canaria, a los pies del Niño, sirven para que los pueblos marineros como Agaete, Las Palmas o Mogán, trajinen en la costa, y los roncotes y los carpinteros de ribera, nos puedan mostrar sus oficios, mientras la música -tan vinculada en nuestra Isla a la Navidad-, está representada en un músico que alegra las calles con su violín, un instrumento que formaba parte de cualquier parranda que se preciara, y que ha ido desapareciendo de la música popular.


Las ventas de aceite y vinagre, fueron durante generaciones y generaciones, punto de encuentro, de ocio, de juego, y sirvieron de mentideros y de catapulta de chismes, y allí se intercambiaban y vendían los productos de la tierra, y los de ultramar, por eso no podía faltar ese homenaje a esos locales, y a esa forma de relaciones comerciales, ya casi desaparecida en nuestra Isla. Isla surcada por vendedores ambulantes, hierberas, santiguadoras, o pastores, que ejemplifican oficios y modos de vida que han formado parte de nuestra cultura, y que han pasado al recuerdo, como ha pasado al recuerdo nuestra vivienda tradicional, el hábitat en cuevas, o las sencillas viviendas de piedra seca, cubiertas de teja.


Todos esos símbolos de la Isla , son ofrecidos ante el Sagrado Misterio de la Natividad, como un rico presente; tan cargados de significación: como el oro, el incienso, o la mirra, ofrecido por los Magos de Oriente.


Jose Maria Mesa Martin

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